Las pasadas fiestas nacionales me hicieron pensar sobre la dependencia o independencia que tenemos sobre ciertos vicios. ¿Cuál es el límite entre consumir algo y ser consumido por eso?
Siempre he creído que la decisión está en uno. Una gran prueba de fuerza de voluntad es el poder decir con felicidad un “no”. El rechazar y no sentirse triste por eso, es el poder vivir sin eso, el entrar en contacto con uno mismo y liberarse. ¿Es esto tan fácil como suena? Vuelvo a pensar que depende de cada uno.
Recuerdo fiestas en las que me divertí bastante con una botella de agua y uno o dos cigarros, y otros en los que esa dosis me produjo aburrimiento. U otro día en el que con un vaso de bebida no paré de divertirme ni de conversar. ¿Depende la diversión del tipo de consumo o de cómo nos pille el día? Creo que son ambos los factores. Si no vas con ganas de pasarlo bien y crees que sólo te divertirás si tomas alcohol, o va cierta persona, o vas a cierto lugar, o ponen cierta música, es obvio que vas predispuesto a adquirir algo que tal vez no encuentres, y por ende a desilusionarte si no tienes lo que quieres. Es por ello que hay que ser consciente de esos pensamientos que nos afectarán después incluso más que el efecto que puede hacer una droga.
Me gusta pensar que podemos cortar el vinculo que tengamos con lo que sea, en cualquier momento, y no salir afectados de ello. Pero es algo sumamente difícil y que nuevamente…depende de muchas cosas. De poder decirle adiós a lo que sea, se puede. Que funcione, es otra cosa, y el salir herido o sufrir el duelo, es algo sumamente difícil de evitar. Todo esto por la dependencia que vamos alimentando al crear ciertas relaciones con las cosas.
Un consumo debe ser sometido constantemente a crítica, y debe ser intermitente para no caer en un vicio. Si no sabemos por qué consumimos algo, y si no podemos decirle NO en algún momento a ese consumo (más allá del saber que podrías decir que no, el hacerlo… más que la fantasía de la independencia, se trata de tenerla realmente) estamos al borde del precipicio de perdernos a nosotros mismos. ¿Qué somos, sino que sujetos? Si a nuestra condición de sujeto le sumamos o pegamos un objeto vicioso, ¿qué somos?
La libertad no la encontramos en las experiencias fuera de lo común que logramos tener en nuestras vidas, sino que en la cantidad de experiencias e intimidades que logramos tener con nuestra conciencia limpia y pura. En cada encuentro que tenemos con nosotros mismos, sin intermediarios, sin personas, sin que alguien nos diga las cosas, sin sueños, sin alucinación, sólo tú y tu ser.
La libertad no la encontramos en las experiencias fuera de lo común que logramos tener en nuestras vidas, sino que en la cantidad de experiencias e intimidades que logramos tener con nuestra conciencia limpia y pura. En cada encuentro que tenemos con nosotros mismos, sin intermediarios, sin personas, sin que alguien nos diga las cosas, sin sueños, sin alucinación, sólo tú y tu ser.
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