28 de diciembre de 2009

Columpiarse o descansar


No sé por qué tuve que quedarme más de una hora esperando en una plaza cerca de mi casa, a que alguien de mi familia se dignara a aparecer. No sé por qué razón tuve que perder mis llaves. Tengo el recuerdo del instante en el que las dejé y las abandoné en un lugar de mi casa, lugar que se niega ser reconocido por mi conciencia. Bueno, por esa razón, las trampas y planes que tiene mi conciencia/inconciencia para mi, terminé esperando como tonta.
Lo bueno de tener que esperar, es el tiempo que uno gana para aclarar las cosas y problemas que tiene, junto a un buen playlist sí que es algo placentero. Y lo malo, es toda la gente que pasa por al lado de uno, una y otra vez, y obviamente se pregunta si a una la dejaron plantada o algo parecido.
Recuerdo que en medio de mi reflexión miré hacia arriba y dí con un pajarito que volaba entre las ramas de un árbol. Volaba hacia una rama, una que era débil y se movía intermitentemente producto del peso del ave, luego de un rato el pájaro volaba hacia otra rama, igual de débil que la anterior y se quedaba columpiándose ahi un rato hasta que se iba a la siguiente. Me pregunté qué quería, qué buscaba. ¿Quería columpiarse, o quería quedarse a descansar en una rama? ¿Por qué elegía ramas delgadas y frágiles, en vez de una robusta y resistente que le diera estabilidad?
Luego, salté a la vida humana. ¿Por qué a veces nos fijamos en personas débiles, y vamos de relación débil en relación débil, saltando de inestabilidad en inestabilidad, siendo que no siempre queremos columpiarnos. Por qué si queremos descansar en algo estable, no buscamos precisamente una rama robusta y segura, y nos conformamos con pequeños trozos de tranquilidad que nos ofrecen ramas débiles.
Tal vez es momento de primero definir qué queremos. De darnos cuenta si queremos columpiarnos o descansar, descubrir qué queremos hoy, y dejarnos llevar por eso para elegir un tipo de rama. Y renunciar a elegir lo que vamos a hacer por el tipo de rama que vemos en el camino. Es momento de invertir el proceso, y de empezarlo desde nosotros mismos, así el columpiarse o el descanso serán más gratos.

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