Ayer fui a un seminario de mi casa de estudios, en el que se trató el tema del abuso sexual. Aunque se trataron diversos aspectos del tema, como el rol del estado en casos de abuso, el perfil de quién abusa, como es la relación y los personajes implicados en el proceso, entre otros, el tema me hizo recordar aspectos que vivimos a diario, con distintos tipos de abusadores.
Me perdía en el tema, cuando una especialista habló de pronto de la ley del silencio, que se produce entre víctima y abusador, y de cómo ésta mantiene la situación. ¿Cómo podría hablar la víctima si por ejemplo, al hacerlo, destruiría un hogar, una familia o una relación?
Luego de esa interrogante, me di cuenta que esa Ley del silencio no es sólo característica en situaciones de abuso, sino que también se da en otras circunstancias y problemas.¿Cuántas veces nos quedamos callados para aminorar conflictos? ¿Cuántas veces no acusamos ni hacemos ver los errores de otros, o de nosotros mismos, para no romper lazos?
Recordé entonces un conflicto pasado… A veces es demasiado difícil reconocer que el círculo, o la relación que creamos, no es ni será la que ideamos. Cuesta hablar sobre aquellos conflictos que romperán los lazos de una situación ideal pero alejada de la realidad. A veces vivimos en un mundo de fantasía y vemos todo potencialmente, esperando que las cosas o personas crezcan junto a nosotros, pero muchas veces no sucede así, y tenemos que dejar refugios y círculos atrás.
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