No, no hablaré de Shakira, sino que de admitir que soy cáncer. No es que sea una esotérica y crea que la vida se me va en simbolismos, astro y fuerzas que definen mis pasos. Sólo con esto reconozco que hay cualidades propias de un arquetipo que coinciden con mi manera de ser actual. Enfatizo la última palabra, ya que soy una defensora de la postura de que la gente no ES, sino que está SIENDO. Con esto se permiten los cambios y se reconocen como factibles, eliminando las estructuras rígidas de personalidad y dando la oportunidad de cambiar las cosas.
Antes de perderme en lo anterior, vuelvo a lo que iba. Como cangrejo debo reconocer mi inminente sensibilidad e intuición. Debo reconocer lo afectada que estuve con la venida de la Luna el pasado fin de semana. Me sentí como en una tormenta emocional, todo culpa de mi “planeta” regente, bueno, eso quiero creer. Pero lo bueno de ser de este signo, creo yo, es la poderosa arma intuitiva que llevo a rastra.
Sí, mi estómago me habla. Me ayuda a tomar decisiones amorosas, a saber cuándo cruzar la calle, a ir o no a algún lugar o evento, hasta a encontrar lugares. No, no exagero. Es como si alguien me hablara y me dijera “no, él no es para ti”, “no, no sigas haciendo esto”, “detente, este es el lugar”. Y así por ejemplo llegué a un local sin saber la dirección y sin perderme… con mi amiga intuición que me ayuda en todas.
Así también descubrí que algo iba a pasar en mi círculo de amigos, que las cosas no iban por buen camino y pude dar un paso atrás antes de salir herida. Hay tantas cosas de las que me he salvado, tantas cosas que he conseguido, gracias a eso, o a creer en mis decisiones. Claro, porque la intuición no es algo fuera de mí, no es un súper poder como quisiera creer, de verdad está en uno mismo.
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