10 de marzo de 2011

Infidelidad en una amistad.

Siempre pensé que me tocaría vivir este momento, mi intuición nunca me falla y creí estar preparada para este caso. La infidelidad no es deseada, ni siquiera en mi caso se la podría desear a alguien que desprecio.
Pero no hablamos del típico caso que se da en relaciones amorosas, sino que en otras, como la amistad. Y aunque estaba preparada para un discurso y una decisión en el caso que mi pareja decidiera mirar y actuar para el lado, no puedo decir que mi cabeza está clara hoy con los pasos a seguir.


Este es el caso de cuando te ciegas y defiendes al otro, piensas “no, jamás me haría eso”, intentas hacer lo mismo que harías en el caso de que fuese tu pareja, pero te das cuenta que no, no puedes aplicar la misma ley, una amistad es diferente, sobre todo si son años y años invertidos y compartidos.
Te pueden poner el gorro de muchas formas, pero para mí peor es la mentira y que pasen sobre uno o hieran tus sentimientos y no hagan algo al respecto, sino que sigan actuando con indiferencia. Después de eso no sabes que hacer.
Cuando el supuesto amor de tu vida te rompe el corazón ¿Qué haces? Corres al refugio lleno de amistad segura en donde te repones, pero este lugar se transforma en el infierno en este caso. Esa persona amiga ya no puede hacer lo mismo, y desconfías de cada persona cercana, porque es un posible cómplice de la situación. ¿Dónde ir? ¿Qué hacer? El mundo se cae, y no sabes dónde refugiar un corazón roto y agonizante. Crees morir.

Entonces te das cuenta que es peor cuando ocurre entre amigos, que nada es seguro, que todos somos humanos, que no puedes poner las manos al fuego por nadie, que hasta al mejor le puede pasar, que nada puede ser peor, que nadie vale la pena, que debes dejar de idealizar a la gente, que debes dejar de hacerte expectativas, que puedes correr pero no esconderte, que no quieres ver a nadie, que quieres empezar de cero, que una sana conversación podría resolver las cosas, que si la otra persona se la quiere jugar por la amistad tú podrías perdonarla y seguir, que no puedes cerrar la puerta para siempre,  que aunque no puedas confiar en nadie, no puedes vivir siempre así, y mil cosas más, pero como el mundo se te derrumbó no sabes qué es verdad y qué no.
Y tal vez es un caso para dejar todo en las manos del señor tiempo, alejarse, hacer cosas nuevas, respirar, estar en soledad y tomar decisiones según el sentir o no sentir, que tal vez te lleve a creer que vale la pena dejar todo pisado y reconstruir una amistad.

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