Suelo ser una persona muy tolerante y pacífica. Estudio una carrera que me obliga a aceptar a las personas tal cuales son, para poder comprenderlas, y esto suelo aplicarlo en mi diario vivir. De hecho creo que prefiero una larga conversación sobre la vida, indagar en el recorrido que lleva a ser a las personas lo que son, que andar tonteando por ahí de mil maneras. Pero cuando alguien logra que mi paciencia se acabe, me transformo.
Hay límites y límites, y hay cosas que pueden fácilmente hacerme decir “¡Basta! Hasta acá llego.”, y con eso pararme y seguir. Cuando no tolero a una persona, o ésta logra hacer algo que no acepto de ninguna forma, dejo de relacionarme con ella, o en un buen chileno, mentalmente la mando a la cresta.
Y creo que es sano sacar de tu vida a quienes no te hacen bien. Creo que es de valientes sacarse el veneno y seguir caminando, poder dar vuelta la página y seguir llenando páginas en blanco con cosas distintas. ¿Para qué seguir en un mundo que no te hace bien, mantener vínculo con quienes te hacen daño? ¿Para qué ser espectador de una película que te da sólo oscuridad y ninguna señal de futura luz?
Puedo esperar, puedo tolerar, escuchar, analizar, estudiar… pero todo tiene un límite y no hay que engañarse en eso. Prefiero sacar de mi vida todo aquello que me hace daño para no perder ese arcoíris que me dice que algún día mi vida será como siempre he querido, aunque me caiga, aunque me rompan el corazón, aunque tenga que pasar por lo peor. Prefiero empezar mil veces de cero que un día mirar hacia atrás y ver que mi vida nunca se acercará a lo que sueño, por dejar las puertas abiertas y permitir que la ensuciaran y envenenaran.
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