24 de mayo de 2010

Jugar a dos bandos

Este fin de semana me encontré bailando en la buena onda con un sujeto, pero mi mente estaba en otro lugar. Me di cuenta de lo desagradable que debe ser jugar a dos bandos, o por lo menos de lo desagradable que sería para mi si lo hiciese.
Bailar con otro que se forma tal vez expectativas en pleno baile, y yo con una sonrisa en la cara pensando en otro sujeto. Me hizo recordar épocas pasadas en las que un tipo jugó a dos bandos y yo formaba, sin saberlo, parte de uno.
Creo que verme en esa posición ese día, y al recordar lo que sufrí en ese entonces, al darme cuenta de cómo jugaron conmigo, hizo que de verdad me declarara internamente como una mujer monógama. No podría sentir que le pertenezco a dos personas a la vez, no podría verme dividida ni jugar con dos personas. No creo en el "nunca se sabe", porque ya fui parte de un juego sin mi consentimiento, y porque esa noche bailando me di cuenta que nisiquiera quería estar ahí bailando con ese sujeto, sino que quería estar con el otro que invadía mi mente.
Creo en el karma, creo que todo se devuelve y se paga. Es por eso que no hago lo que no quiero que me hagan. ¿Cuál es la idea de dividirse, divertirse con los demás, utilizarlos como objetos y medios, si al final del día no tienes a ninguno realmente? Es verdad eso que dicen, que te puedes quedar sin pan ni pedazo. Bueno, así ocurrió con el sujeto de mi pasado cuando se supo la verdad, se quedó solo. Hoy solo dudo que esté, dudo que haya aprendido la lección, pero espero que ya no siga jugando.


Hoy tengo la cabeza dividida, no sé si el corazón. En verdad no quiero poner a nadie en un lugar que no le corresponde. Es difícil decidir qué hacer cuando no tienes certeza de lo que sucederá con tus elecciones. A veces las decisiones no implican que ganarás o eligirás algo específicamente, pues muchas cosas no están en tus manos o no dependen de ti. Tal vez elijas algo que nunca vas a poder tener. Recuerdo con esto la película Becoming Jane en la que se retrata la vida de la escritora Jane Austen. Se vió enfrentada a elegir a su amado, pero nunca pudo tenerlo, por las circunstancias que se opusieron, y aún así, nunca renunció y nunca se casó. Su vida no tuvo un final feliz, pero plasmó la felicidad en cada personaje de sus novelas.
Tal vez es un mal ejemplo, no quiero terminar con una historia tan trágica, pero creo que vale la pena luchar bien por una cosa, o por un camino, o una meta, lo que sea.

Sea lo que sea, debo elegir. No me gusta la incertidumbre, ni no tener control sobre lo que sucede en mi vida. Soy idealista, creo en el amor, tal vez aún no he encontrado al gran amor de mi vida, pero quiero creer que en eso estoy y difícil sería dar con él si se está jugando constantemente con los corazones de las personas. 
Yo no juego, nuca he jugado, y creo que nunca lo haré. Es por eso que no soy persona de bandos, sólo de sinceridad, de transparencia y de cara a cara. Creo que así es más emocionante la vida, vale mucho más la pena vivir así, con sentimientos verdaderos que con juegos que acaban al final del día.


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