A veces cuestiono esta era tecnológica. Me sorprende cómo es posible comunicar una frase en segundos con cientos de personas. Despierto, se me ocurre algo, y sin que eso salga de mis labios ya es posible expandirlo por el mundo. ¿Será que nuestros dedos se han convertido en nuestra segunda boca? Podemos estar todo un día sin hablar, pero eso no significa que no estemos comunicados, no significa que por otro aparato no deje de hablar.
Esta era me sorprende, es increíble todo lo que hemos progresado, la economía de nuestras antiguas acciones. Pero este tipo nuevo de relacionarse me intriga de todas maneras. A veces siento que no siempre comunicarse es comunicarse. No tenemos problemas para escribir 1000 palabras al día, para transcribir nuestra risa en una conversación vía msn, pero aun nos cuesta hablar cara a cara.
Aun nos cuesta decir las cosas más simple u obvias. Aun decir una primera palabra cuesta mucho, y más todavía si la comunicación es cara a cara. A veces es tan fácil contactarse con alguien, con tanto medio que tenemos a nuestras manos, pero estando ahí, a unos centimetros de distancia, podemos sentirnos a veces a incontactables. La comunicación, la presencia, la cercanía, la distancia, son temas tan subjetivos. Aun la mejor tecnología no te asegura una verdadera presencia.
Me siento perdida entre dos épocas. Teniendo todo al alcance, todavía no me es suficiente. Debe ser mi vacío existencial que me invadió esta semana, pero me ha regalado esta reflexión.
A veces al lado de alguien me siento demasiado lejos, las palabras no salen y no quieren salir. Situación que pasa también desde el otro lado, desde mi receptor. Y la comunicación más antigua y natural se hace complicada. Tal vez sería más sencillo llamar por teléfono. Algo parecido sucede cuando hablas desde internet con tu hermano o hermana, estando en la misma casa, y algunas cosas se dicen más fácil no dando la cara y no ocupando los labios.
Y otras veces nos toca al revés, no necesitar tecnología, ni palabras, ni nada para poder hacer llegar nuestro mensaje, ¡ésa si que es la verdadera economía!
Dependerá del día, de las circunstancias, del clima, de la naturaleza, de si nos toca terremoto o no (increíble las ganas de comunicarnos que surgen cuando vivimos malos momentos), en fin. Lo importante, es no dejar nunca de comunicarnos, sea por el medio que sea, porque es ahí cuando los verdaderos problemas surgen.
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