La convivencia es un tema muy complicado, sobre todo cuando se trata de la pareja. Pero hoy no me enfocaré en esa situación, sino en lo que sucede cuando convives con amigos, conocidos, no conocidos, inquilinos, familiares, etc. Encontrar una persona que sea como tú, o compatible con tu manera de vivir, creo que no es tan fácil como aparenta ser. La experiencia (vivir con familia, hermanos, sola, amigos y conocidos) me acerca cada vez más a la decisión de querer vivir sola cuando dependa solo de mí, económicamente.
He tenido de todo tipo de situaciones, desde vivir mega ultra feliz con alguien que va a mi mismo ritmo y comparte las mismas metas y gustos que yo, hasta no poder compatibilizar ni los tiempos en que vive cada uno, la manera de hacer las cosas ni considerar un respeto hacia el otro.
Si hay condiciones imprescindibles para instaurar una buena convivencia, creo que son el respetar los espacios, tanto los personales como los comunes, y respetar al otro, o sea, estar consciente en todo momento que estamos viviendo con otra persona, y por tanto darse cuenta que no todas las decisiones que se toman corren por cuenta de uno, y haga lo que haga, o no haga, siempre afectará a otra persona.
Ilustración de The Visual Alchemist |
Por mi parte creo que todas las veces que no ha resultado una convivencia, o ésta, siendo buena se ha tornado nociva, ha sido por no cumplir una de estas dos leyes del buen roommate. Creo que a veces pecamos de no darnos cuenta donde termina el espacio propio y comienza el ajeno, y no hablando estrictamente de lo físico, sino que en todo aspecto, ya que a veces nos metemos donde no debemos, o hacemos cosas que invaden a otro, generando incomodidad y enojo. Lo mismo se aplica con nosotros, ¿No es incómodo que de repente nos encontremos con que se han metido en nuestras cosas, o no han respetado el límite de las cosas?
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