Soy una persona católica, como lo es también mi familia. Aprovechando el viaje a Pichilemu, fuimos a Ciruelos, un pueblo que queda a unos pocos kilómetros de la costa. Como siempre lo hemos hecho, pasamos también al Santuario San Andrés, el cual fue seriamente dañado por el terremoto del año 2010. Tras una gran restauración, debo decir que quedó precioso. Casi no cambió en nada por fuera, respetando la línea arquitectónica que tenía, y por dentro si bien cambió, creo que se respetó muy bien lo rústico, utilizando los materiales necesarios para que lo sencillo y limpio fuesen protagonistas.
Los invito a conocer fotos de este santuario y de otro lugar más al que fui, que relato más adelante.
El plano del lugar es casi una cruz, dejando el altar al centro.
Recuerdo que lo que más me gustó del lugar, además de la sencillez que presenta, es la contraposición intencionada del claro/oscuro. Cuando estudiaba arquitectura, recuerdo que nos hablaban de cómo juega la luz un rol importante en las construcciones, sobretodo en las religiosas. En este caso está claro dónde se quiere mostrar la divinidad y la espiritualidad, ésta está presente y es protagonista.
A unos pasos del Santuario está el Museo del Niño Rural. Si bien era una buena oportunidad para revisar un poco de Historia Natural de la región, no quise entrar, ya que encontré que no valía el precio. En ocasiones anteriores ya había entrado y la muestra no es tan grande. Los precios son de 1.000 pesos para adultos y 500 para niños y adultos mayores.
No obstante, a las afueras habían hartos objetos y maquinarias históricas. Les dejo algunas fotos.
Mi papá, explicándome cómo funcionaba ese aparato en las tareas agrícolas. |
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